Si te agrada el sol, la playa y el verano, solo debes tomar algunas precauciones para hacerlo bien. Siguiendo estos consejos lucirás una versión perfecta y saludable de tu piel, porque el verano ES para brillar
Antioxidantes para tu piel
Los antioxidantes son compuestos que protegen las células del cuerpo contra el daño causado por los radicales libres que pueden causar daño celular y están implicados en el envejecimiento.
¿Para qué utilizar un filtro solar?
La energía del sol nos da la vida en el planeta y nos regala la posibilidad de sintetizar vitamina D, necesaria para mantener nuestra estructura física. Pero al mismo tiempo su poder de radiación es tan importante que sin la protección necesaria nuestra piel quedaría expuesta, desprotegida, provocando diversos problemas, desde la hiperpigmentación o las quemaduras solares, hasta el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel. Por eso debemos protegernos de manera contundente: físicamente con ayuda de parasoles, gafas, ropa y sombreros; químicamente con ayuda de los maravillosos filtros solares. Recuerda utilizar uno con FPS adecuado y si tu piel es muy blanca, no dudes en buscar un 50+
La importancia de exfoliar tu piel
Se trata de un procedimiento que ayuda a mantener la piel saludable, fresca y radiante, especialmente cuando la exposición al sol y el calor ha sido constante:
Elimina células muertas
Previene la obstrucción de los poros
Favorece la absorción de los productos de cuidado
Uniforma el bronceado
Mejora las hiperpigmentaciones
Solo recuerda que la exfoliación durante el verano debe ser suave y bien controlada a fin de proteger la calidad de tu piel
Piel hidratada
La hidratación es muy importante para mantener las células en buenas condiciones. En la piel su carencia es muy notable, por eso es fundamental consumir alimentos que contengan un buen porcentaje de agua durante el verano: frutas variadas, vegetales mixtos, agua y bebidas no azucaradas, así como electrolitos
Electrolitos para una piel bonita
Son minerales cargados eléctricamente que desempeñan un papel fundamental en el equilibrio de líquidos en el cuerpo y en la transmisión de señales eléctricas en las células nerviosas y musculares.
Los principales electrolitos son el sodio, el potasio, el calcio, el magnesio, el cloruro, el bicarbonato y el fósforo.